Lo que Garcia hizo es describir o proyectar su personalidad tristona y desconfiada, dependiente del elixir del halago y lisonjería. Los peruanos no somos así, un caso particular no puede generalizarse. Le recomiendo a nuestro presidente, como mucho respeto (no me valla a cachetear, patear o escupir) que en la tina de baño de palacio, ponga bastante valeriana con manzanilla, y luego duerma tranquilo, si la conciencia y su ego lo dejan y deje de lanzar comentarios tan desafortunados, mire que todavía nos representa, y a los peruanos, aquellos comentarios, nos da vergüenza ajena.
viernes, 10 de diciembre de 2010
NO SEÑOR GARCÍA: LOS PERUANOS NO SOMOS TRISTONES DESCONFIADOS.
Lo que Garcia hizo es describir o proyectar su personalidad tristona y desconfiada, dependiente del elixir del halago y lisonjería. Los peruanos no somos así, un caso particular no puede generalizarse. Le recomiendo a nuestro presidente, como mucho respeto (no me valla a cachetear, patear o escupir) que en la tina de baño de palacio, ponga bastante valeriana con manzanilla, y luego duerma tranquilo, si la conciencia y su ego lo dejan y deje de lanzar comentarios tan desafortunados, mire que todavía nos representa, y a los peruanos, aquellos comentarios, nos da vergüenza ajena.
miércoles, 13 de octubre de 2010
SAN MARTÍN Y BOLIVAR
Por Antonio Zapata
martes, 12 de octubre de 2010
ATENTADOS CONTRA RAMÓN CASTILLA
Castilla fue sin lugar a dudas el presidente más importante del siglo XIX, tuvo posturas diversas y antagónicas, dirigió junto a los liberales la rebelión contra Echenique y luego, no escatimó en vincularse con los conservadores y respaldar la constitución moderada de 1860, diseñada por Bartolomé Herrera. Ello le generó detractores de diversos bandos quienes atentaron contra su vida.
1º En enero de 1855, el coronel Villa Mar atacó al general Castilla en el patio de su casa y se produjo una lucha cuerpo a cuerpo. La guardia presidencial quiso matar al agresor y Castilla lo impidió.
2º Luego de la disolución de la convención, los liberales iniciaron varias conjuras contra castilla. El 25 de julio de 1860, en circunstancias en que castilla, en la esquina de la calle arzobispos, en la Plaza de Armas, estaba conversando con el señor Calmet, un embozado, a caballo, pasó a su lado y le disparó con una pistola de dos cañones y lo hirió en uno de los brazos. El asesino apuntó por segunda vez directamente a la cara, más al apretar el gatillo en tiro no salió.